domingo, 19 de junio de 2011

De "Los adioses " 1960- CREPUSCULO PARA ANA- Manuel Scorza

Sólo para alcanzarte escribí este libro.
Noche a noche,
en la helada madriguera
cavé mi pozo más profundo,
para que surgiera, más alta,
el agua enamorada de este canto.

Yo sé que un día las gentes
querrán saber por qué hay tanto rocío en las praderas,
yo sé que un día
irán ansiosas a los campos,
seguirán los hilos de los prados,
y a través de las florestas
llegarán hasta mi pecho,
y comprenderán,
-lo siento, estoy sintiéndolo-,
que es mi amor quien platea por ti el mundo en las mañanas,
y verás esta hoguera.

Desde ciudades enterradas,
desde salones sumergidos,
desde balcones lejanísimos,
verás este amor,
y escucharás mi voz
ardiendo de hermosura,
y comprenderás que sólo por ti he cantado.
Porque sólo por ti estoy cantando.

¡Sólo por ti resplandece
mi corazón extraviado!
¡Sólo para que me veas,
ilumino mi rostro oscurecido!
¡Sólo para que en algún lugar me mires
enciendo, con mis sueños, esta hoguera!
¡El Mudo,
El Amargo,
El Que Se Quedaba Silencioso,
te habla ahora a borbotones,
te grita cataratas, inmensidades!

Algún día amarás,
alguna vez
en las lianas de la ternura enredada
comprenderás que cuando el dolor nos llega
es imposible hablar;
cuando la vida pesa, las manos pesan:
es imposible escribir.
Hasta que con los años las escamas se nos caen.
Y un día, al volver el rostro,
vemos a lo lejos,
como remotos barcos encallados,
cosas que creíamos llevar dentro,
y miramos que son musgo los amores más ardientes.
¡El hombre enceguecido
no escucha las campanadas silenciosas de la hierba,
hasta que encuentra en los caminos,
como culebra, su antigua piel,
y reconoce entre las ruinas
su vieja máscara oxidada,
y descubre agujeros rotos
do eran ojos fulgurantes,
porque el tiempo crudelísimo
injurió el Rostro Puro,
y los años nos pusieron
anteojos de melancolía,
con los ojos que se mira la ruina,
el otoño,
la grosura de las mujeres!

Surge entonces
el Dolor inextinguible,
cual surge ahora esta voz
que llora por los días hermosos,
cuando la vida era azul.
Porque todo lo que nace ha de morir.
¡No digo más porque me entiendes!
Tú sabes que sólo quiero
que, en algún lugar, leas esta carta,
antes que envejezcan los carteros
que te buscan
a la salida de las iglesias,
entre las recién casadas,
a la hora del jazmín rendido.

¡Quiero que el rayo de mi ternura
traspase con lanza a los que no conozco,
y salte noche hirviendo
a los ojos de los que abran este libro,
y en algún lugar
un día de este mundo,
me oigas
y te vuelvas,
como quien se vuelve extrañado
al sentir detrás el resplandor de un incendio,
y comprendas que estoy ardiendo por ti,
quemándome
sólo para que veas,
desde tan lejos, esta luz!
 


disfruten el poema del gran Scorza

lunes, 6 de junio de 2011


El libro está en el suelo,
Porque se dio cuenta de su inUtIlidad,
Ya no querra subir al escirtorio donde,
Hay fuego y hielo coviertiendose en luces
Que se encienden cuando los labios chocan entre sí,
Cuando tu y yo nos abrazamos y cubrimos de amor este ambiente fétido de ciudad.

Los libros ya se quemaron en los patios,
Ya no hay moldes,
Estás tu y el papel,
Tratndo de crear un nuevo romance,
Que extraña los pequeños ojos del universo
Que se encuentran por aquí.

En las bibliotecas ya no hay libros,
Hay poetas que colorean cuadernitos
Con los crayones que olvidaron,
Por la mirada tiesa de algún adulto.

Eres tú y la hoja

El cuento que espera un titulo del lector por que el cuento cobró vida en pleno proceso de creación y asesinó a su autor

En esa mañana la profesora tenía puesta una blusa blanca   y una falda roja, ambas prendas hacían resaltar su figura bella y joven.  Cada uno de  los niños ponía atención a lo que su joven docente  les indicaba. 
El niño de los ojos grandes  comenzó a gritar incoherencias y la forma de su voz era diabólica. Sus compañeros de clase algunos asustados, otros paralizados y otros llorando, seguían en el aula esperando alguna solución de la profesora. Los ojos de la profesora estaban llenos de lujuria y sus manos desabrochaban  los botones de su blusa, cada una de sus prendas ya no cubrían su bella desnudez,  y ella hacía una serie de caricias a la totalidad de su cuerpo. Los niños no entendían el actuar de la profesora, mientras su compañero seguía hablando y gritando de esa forma diabólica. 
En ese clima de locura  el actuar de los menores fue diferente, unos comenzaron  a golpearse con sus compañeritos, otros  acercándose a sus compañeras empezaban a  besarlas y a acariciarlas y otros comenzaban a gritar o a escribir en las paredes incoherencias. 
La calma se quería hacer presente cuando una sensación y una especia de música que solo pueden escuchar los puros de corazón, cubrió ese salón. La presencia de esos dos bellos seres, sus rostros perfectos como si la mano de todos los escultores habrían sido sus hacedores y esas enormes alas hacían referencia de su origen divino.  El silencio se respiró con la presencia de esos dos seres, que pareciendo increíble y nunca antes  visto, estos seres comenzaban a sonreír y a reír a carcajadas. Mientras  esos corazones humanos sintieron lo que todo ser vivo  tiene que sentir en algún día de sus vidas.
Los cuerpos fríos y sin vida fueron descubiertos por el director que  tocaba el salón, por que el ruido había sido escuchado por él y encontró a todos muertos pero sin una razón aparente. La noticia al día siguiente fue conocida por toda la ciudad, de la extraña muerte de la joven profesora y sus niños.
Autor: el propio cuento
Autor asesinado y utilizado: derepente tú